CINE







LO QUE SE VIÓ: BALANCE DE UN DÉCADA

En la última década la hegemonía de los medios informáticos y la tecnología digital, promovió que lleguen a nuestro país, producciones cinematográficas alejadas de la industria de Hollywood, alimentando la escena nacional e influenciando  la producción de películas con menos recursos y más entusiasmo.


- Por: Eduardo Quispe Alarcón(*).


"Shara" (2003) de Naomi Kawase
No puedo calificar películas como “buenas” o “malas” porque no es dicotomía válida en el arte. Tampoco se puede evaluar sobre si funciona o no una película porque eso sería un pragmatismo que reduciría un análisis a pura estadística y criterios técnicos. Digamos que podemos hablar del VALOR de las películas, tanto por su aporte al cine; en aspectos narrativos, técnicos, expresivos, etc. como en los riesgos que asume, pues, una película que sólo se zambulle en las olas de las tendencias, o en la mar del popcornmovie no merece mi respeto, ni mi apreciación o valoración.

Sin más preámbulos, aquí viene el balance:

FILMES INTERNACIONALES:

Le deberemos muy, pero muy poco, a las distribuidoras en el país. Pero el mercado alternativo, internet, y sobre todo muchos cineclubistas, nos han dejado ver y valorar el mejor cine mundial (el cine se está reescribiendo ahora más que nunca), trayendo incluso filmografías completas de autores que durante esta década se han hecho imprescindibles.

Debo reconocer que gran parte de la tarea de este balance fue facilitado por el cineclub de la Universidad Cayetanno Heredia, que programó, desde octubre de este año: “Diez películas para una década”, en el cual se presentan (el ciclo continúa hasta el 20 de diciembre de 2010) una exquisita selección que incluyen “Las armonías de Werckmeister” de Béla Tarr (Hungría, 2000), “Un lugar en la tierra”, de Artur Aristakisian (Rusia, 2001), “My Winnipeg”, de Guy Maddin (Canadá, 2007), “Juventud en marcha”, de Pedro Costa (Portugal, 2006), “Tres tiempos”, de Hou Hsiao-hsien (Taiwán, 2005). “¿Qué hora es allí?”, de Tsai Ming-liang (Taiwán, 2001), “Shara”, de Naomi Kawase (Japón, 2003), “El mundo”, de Jia Zhang-ke (China, 2004).

Me detendré un momento en autores que han marcado para siempre la historia del cine, y que se han dejado ver en esta década.

Apichatpong Weerasethakul: Naturaleza misteriosa

No puedo dejar de lado mi subjetividad y emocionarme al escribir del quien considero el cineasta de la década. Me viene en poco que haya ganado la última Palma de Oro en Cannes, el cine de Apichatpong ha sido el más arriesgado, personal y universalmente bello que he podido apreciar a la fecha. Su naturalismo no es sólo un enunciado de los hermosos paisajes, del sonido tan minucioso, sino del manejo actoral, sus representaciones parecen extraídos de documentales, de alguna cámara oculta entre los personajes interactuando con ellos sin alterar su estado casi silvestre. 
"Uncle Bomme recalls his many past lives"
de Apichatpong Weerasethakul 
Mysterious object at noon” (2000) es un pronunciamiento de un cine que se escribe mientras se graba, que se construye colectivamente con la complicidad del público, a quienes el director entrevista, para ensayar sobre la creación del mito, un tema tan presente en la filmografía del tailandés. “Blysfully yours” (2002) es una poética que afrenta al cine tradicional y académico; planos secuencia contemplativos, y que trasladan (literalmente) al espectador al interior de los personajes y de sus sitios. La comunicación y las relaciones más allá del idioma; la piel, el cuerpo y el bosque como metáforas de cambio y deseos de cambio. 
Es también un sutil tratamiento de un tema político espinoso, como el de la inmigración debido a conflictos internos. “Tropical Malady” (2004) es la película perfecta en muchos sentidos; un díptico que reúne ficción y documental, realidad y mito, historia y metáfora, ciudad y campo, amor y abandono... “Syndromes and a Century” (2006) es una lección de cine contemporáneo; hay poco que entender y tanto que analizar, hay tan pocos rastros de relato y mucho que percibir sensorialmente. Esperamos con ansias Uncle Bomme recalls his many past lives, que imagino llegará por los mismos medios con los que llegaron sus demás películas, las cuales pudimos ver este año en un ciclo programado por el cineclub “ojos abiertos” de la UTP.

Hou Hsiao Hsien: La historia como excusa

Hou Hsiao Hsien (HHH) no tiene reparos en dificultar las cosas al público, y sin embargo hace tanto por los que se atreven a ver completa algunas de sus obras. No es alguien que coge una enciclopedia de historia de Taiwán y se pone a filmar recreaciones. Lo suyo es mostrar el sentir de la época, los pormenores internos, muchas veces en vigencia. En todo caso, es la historia de las relaciones, vistas desde distintas épocas. Así, una pareja de inicios de siglo, durante la ocupación japonesa, una de los años 60 en plena guerra fría, o  una de los desencantados, y más posmodernistas que nunca, años 2000, son recreados con una contemporánea mirada, que se detiene en los sentimientos eternos. Un narrador visual invisible, pero omnisciente y omnipresente, que no teme emocionarnos primero, para luego desencantarnos. Eso hace HHH en “Three Times” (2005), su película más aplaudida. Cabe precisar que HHH nos regaló su obra más madura durante esta década, así “Millenium Mambo” (2001) nos adentra a esta, nuestra época de amores indefinidos, de dudas existenciales que no alborotan, pero que sin embargo, nos llevan a una búsqueda de “algo”. 
"Le Voyage du Ballon Rouge"
de Hou Hsiao Hsien
Desarraigo que no inquieta, pero que mueve a sus personajes, los hace encontrarse, alejarse, retraerse, y volverse a juntar, casi como si fuera el mismo proceso. Lo argumental cuenta tanto como lo histórico, pues se trata de adentrarnos en el mundo emocional de los personajes, meticulosamente recreados a fin de generar un ambiente “natural” (vaya palabrita, debo encontrar otra, y si no hallo, pues, ¡Qué más da!), sugestivo y lleno de color.  En “Café Lumiere” (2003), una muchacha embarazada quiere vivir a su modo (sin que eso lo tenga tan definido, claro está) y un muchacho enamorado de ella, que sin embargo, no le dice ni pio sobre ello. HHH nos maravilla con una narración escueta, lejana, con planos secuencias donde la levedad y la temporalidad son ejes de la vida; porque eso sucede en las películas de HHH, son vidas filmadas, dadas a conocer a través de tazas de café, autobuses, y trenes. Luego de un acercamiento a Japón (Café Lumiere iba a ser un homenaje de 3 directores a Yazujiro Ozu, pero HHH terminó asumiéndolo solo), el taiwanés graba en Francia “Le Voyage du Ballon Rouge” (2007); una narración sencilla llena de sutilezas, en las que nos acerca a la vida de una madre soltera marionetista, un niño que escucha a Brel, una cineasta taiwanesa que hace de niñera, y un globo rojo que les sigue. Entre exploraciones domésticas, y citadinas, podemos adentrar a la vida de los protagonistas que transcurre apacible, en un pequeño y bohemio apartamento parisino.

Nuri Bilge Ceylan: ¿Quién dijo que el cine postal no es bello?

No he visto películas con fotografía más lograda (¡Y en digital!...gran lección para los fundamentalistas del celuloide); con esos contrastes y sepiados tan sublimes, muchas veces sombríos y melancólicos, pero siempre efectivos. La corta filmografía de este cineasta turco no puede pasar por alto en esta década. La confianza, la ilusión y el amor fracturados; ese es el ambiente de los personajes de Nuri Bilge, capturando lo complejo de sus relaciones de forma minimalista e íntima, visto siempre desde la cotidianeidad. “Uzak” (2002) explora de, las distancias entre los seres humanos, a pesar de los lazos sanguíneos o emotivos. Es un deleite contemplar esta película, pues el director turco hace de cada plano una obra de arte en sí misma. “Iklimer” es un retrato certero de una pareja contemporánea; personas que tienen tan poco en común y que no son felices viviendo juntos, ni separados. Mientras que en “Üç Maymun”, se explora el núcleo familiar fracturado, donde los miembros están reunidos, pero cada uno pone en juego la (in)estabilidad familiar con actos peligrosos, que aparentemente tienen fines nobles y de beneficio colectivo, en esta extraña forma de quererse sin contar unos con los otros.

Naomi Kawase: La vida es un fantasma

El cine Naomi Kawase está relacionado al luto y la pérdida; a las formas de cómo resurgir a la vida después de la muerte, no la propia, sino la de alguien que hemos querido, quizá más que a nosotros mismos. El agua siempre es un elemento purificador, ya sea del sufrimiento o del recuerdo no superado. Sus documentales, tan personales y experimentales, desnudan a la cineasta (“El tema soy yo” mencionó en la entrevista concedida a Aaron Gerow) con su visión particular de la vida; su cielo, su tierra y su infierno. Tengo la deuda personal de revisar su filmografía, pero hablaré de las películas que pude ver, gracias a polvos azules (casi toda su filmografía está ahí). “Cielo, viento, fuego, agua, tierra” (2001), documental que exorciza su pasado del abandono de sus padres, la muerte de su padre y su adopción por parte de su abuela, algo que también mostrara en “Nacimiento y maternidad” (2006), película de una sincera crudeza, que enlaza la muerte de su abuela y el nacimiento de su primer hijo, algo que deja ver en la magnífica “Shara” (2003), una ficción (aunque esa definición no tiene relevancia ni sentido en el cine de Kawase) que es casi un ensayo etnográfico. En “El bosque de luto” (2007) muestra a 2 personas generacionalmente apartadas; una joven enfermera cuyo hijo se ahogó, y un senil hombre que perdió a su esposa, confluyen en un asilo, y están ineludiblemente emparentadas por el dolor, adentrándose a la paz interior dentro del bosque, que sirve de plataforma para dar el último adiós a sus seres queridos.

Tsai Ming Liang: El tiempo, la soledad y los relojes

 El Sabor de la Sandía(2005)
de Tsai Ming Liang
Un personaje, múltiples situaciones  de una historia contada en varias películas, sin que estas sean estrictamente secuelas. “What time is it there” (2001) me presentó la obra del taiwanés, y me introdujo a las vicisitudes de Hsiao-Kang, protagonista de todas las películas de Tsai Ming (interpretado por el actor Lee Kang-Sheng), no pudo haber mejor manera. Podría decir que tuve una epifanía después de esta película, que ha marcado mi vida y mi visión del cine. Dos personas que apenas se conocen (“Ella” interpretada desde entonces por Chen Shiang-Chyi), están enlazadas por la muerte, por el tiempo, por los fantasmas y sobre todo, por la soledad. Después de jugar con las expectativas de una secuela de esta maravillosa película con el corto “The Skywalk Is Gone” (2002), en la que los dos personajes no concretan el anhelado encuentro, viene  “Goodbye Dragon Inn” (2003) una oda al casi extinto cine clásico y al cine naciente, lleno de posibilidades visuales (no en vano está metáfora del abuelo que lleva al nieto a su primera función de cine). Retoma de nuevo a los dos personajes solitarios en “El Sabor de la Sandía” (2005), esta vez en un contexto de sequía, de sandías y pornografía; combinación que desencaja tanto como el amor y el sexo. “I don’t want to sleep alone” (2006) cambia de contexto, esta vez es la homofobia y la inmigración forzosa, en la que estar juntos es la mejor forma de tolerar la miseria. Estoy a la espera de ver “Visage” (2009), en la que añade a su cine el universo Truffaut, que tanto le ha influenciado (incluso aparece en el film el actor Jean-Pierre Leaud como el añejo Antoine Doinel).

El tiempo y el espacio juegan en mi contra, pero no puedo dejar de mencionar la filmografía del finlandés Aki Kaurismaki, que vimos en un ciclo del cinematógrafo de Barranco, el festival de cine europeo, y el Festival al este de Lima, espacios importantes que también sirvieron para descubrir obras de gran factura como la de los rumanos Christian Mungiu, de quien pude ver la galardona “4 meses, 3 semanas y 2 días” y “Occident”, Corneliu Porumboiu, Cristi Puiu y su inolvidable película “La muerte del señor Lazarescu”, o Cristian Nemescu y la destacada “California dreamin’”. Bruno Dumont y la belleza de lo común, tan presente en las geniales “29 Palmas”, “La vida de Jesús” y “Flandres”.Pedro Costa, con su peculiar estilo de cine directo “Huesos” y “Juventud en marcha”,  Arthur Aristakisian, inclasificable cineasta que con sólo 2 largometrajes (uno de ellos “Un lugar en la tierra” del 2002) ha instalado su obra en la vanguardia cinematográfica, y ya que estamos en eso, mencionaré los docudramas el anglo Peter Watkins, que si bien es cierto pertenecen a otras décadas, (La Comunne, 1999, magna obra de 6 horas), pudimos ver esta década gracias al paraíso de polvos azules.

Las filmografías de autores consagrados, como Jean Luc Godard, Alain Resnais, Manoel De Oliveira, y los desaparecidos Claude Chabrol, Eric Rohmer, Ingmar Bergman han mostrado una lucidez en el final de sus carreras, dejando intacta o muchas veces superando su marca en la producción de genialidades obras maestras.

El cine asiático es por demás el más interesante de estos últimos tiempos, pues aparte de la obra de los directores anteriormente reseñados, me quedo con “Last life in the universe” del tailandés Pen-Ek Ratanaruang, el trabajo de los directores chinos Jia Zhang-ke, “El Mundo”, Quan’an Wang “la boda de Tuya”, interesantes también los trabajos de la cresta de la nueva ola asiática, algo rankeados pero notables, como el cine de Won Kar Wai,  Zhang Yimou, Kim Ki Duk, las pesadillas de Park Chan-Wook, Takashi Miike, kyoshi Kurosawa, y principalmente Shynia Tsukamoto, que entre otros trabajos retomó la revolucionaria saga de “Tetsuo”.

Del cine norteamericano destacaré el movimiento “The New Talkies: Generation D.I.Y.” (mal denominado “mumblecore” o “slackavettes”/mezcla de “flojo” y “Cassavetes”, padre del indie film americano), quienes han redefinido el modelo de producción, a través de un cine en digital, producido, distribuido por sus propios realizadores (de ahí el termino D.I.Y.= “Do It Yourself”…ya escribiré a profundidad sobre este movimiento que  me ha producido cierta simpatía, por tener una cercanía ética y estética), en la cual los directores Joe Swanberg (“Kissing on the Mouth”, “LOL”, “Hannah Takes the Stairs”), Mark y Jay Duplass (“Baghead”, “The Puffy Chair”), Andrew Bujalski (“Funny Ha Ha”, “Mutual Appreciation”, “Beeswax”), Aaron Katz (“Quiet City”, “Dance Party USA”), entre otros, se mofan de la industria del film independiente (sí, porque también hay industria de eso en gringolandia), con la utilización de recursos mínimos, trabajando intercambiando equipo y roles, y demás irreverencias, que se saltan todos los sindicatos y burocracias propias de los estudios.

Y como es casi imposible pasar por alto al cine de las grandes ligas (no por eso mejores), esta década nos mostró a los “nuevos” grandes maestros del cine contemporáneo gringo, como Paul Thomas Anderson, Los Hermanos Cohen, Jim Jarmusch, Sofia Copola, Wes Anderson, Michael mann, James Gray, Gus Van Sant, entre otros.

En el cine iberoamericano, José Luis Guerín con “En construcción” y su exquisita película “En la ciudad de Sylvia”, Julio Wallowitz con “Smoking Room” y “La Silla”, muestran un cine vivo, fresco, con propuestas no narrativas llenas de ideas y planteamientos visuales inspiradores. En nuestro continente es preciso mencionar a José Luís Torres Leiva, un joven director chileno con mirada madura, detallista, un observador metafísico, que sabe mostrar la belleza de lo ordinario hasta el umbral kantiano. Como ejemplos de ello: “Ningún Lugar en Ninguna Parte” y “El cielo, la tierra y la lluvia”. La visionaria directora argentina Lucrecia Martel, poseedora de un estilo único, inclasificable, una dulce y ácida transgresora, que ingresó al Olimpo de cineastas del futuro, son pruebas innegables de ello “La ciénaga”, “La Niña Santa” y “La Mujer sin cabeza”. Lisandro Alonso es quizá el director más arriesgado de este continente. Asceta, trascendental, intransigente, genio. “La Libertad”, aquella aventura minimalista que lo llevó a la palestra y a Cannes, seguida de “Los Muertos”, un extraño viaje/ritual en clave casi documental, “Fantasma” un homenaje a Tsai Ming Liang, que también es auto homenaje, y la menos arriesgada “Liverpool”, que sin embargo mantiene la contundencia de las imágenes y el tiempo como protagonista. El mejicano Carlos Reygadas es un cineasta particular que tiene la virtud de ser varios cineastas y a la vez. “Japón”, “Batalla en el cielo”, y “Luz silenciosa”, los planos milimétricamente evaluados, con una pulcritud en el manejo visual, sonoro y podría decir que hasta olfativo, con la que nos muestra sus insólitas historias, de forma directa, precisa y estéticamente fulgurantes. 

EL CINE NACIONAL (1)

El cine nacional de esta década sólo nos ha mostrado que es necesaria la ruptura; que no se puede seguir manteniendo una producción nimia y de cuestionable calidad, expresiva y estética, principalmente. Esta ruptura ha comenzado con películas como “Días de Santiago” ópera prima de Josué Méndez, “Madeinusa”, “La Teta asustada” de Claudia Llosa, “Paraíso”, ópera prima de Héctor Gálvez, y “Octubre” de los hermanos Vega, que evidencian un interés por un estilo más personal, narrativas distintivas y considerables referencias (que no le quitan mérito, sino que acercan sus obras al de las grandes figuras del cine mundial), mostrando también personajes complejos, con indicadores contextuales, que buscan ser desencadenantes para análisis sociales, antropológicos y políticos. Se puede conocer mucho del Perú de esta década (y sobre todo de las 2 décadas pasadas) a través de estas películas, que les ha valido el reconocimiento internacional en los más importantes festivales de cine.

SINMUTE” (2008)
de Ana Balcázar y Javier Bellido
Pero, no se puede negar que gran parte de la producción nacional, mantuvo una “actitud” que evidencia una ausencia de ambiciones artísticas, intentando quizá la masificación, cosa que no se puede asegurar a pesar del aparente formulismo recurrente; con un tratamiento superficial de temas profundos, historias inverosímiles, teatralización de la puesta en escena, representación actoral que no convence, narrativa televisiva, relatos predecibles, con una insipiente carga expresiva, una serie de desaciertos temáticos en asuntos coyunturales, (la guerra interna, la desigualdad social y económica, la dictadura fujimorista, entre otros), climas impasibles, ritmos parsimoniosos, manejo del lenguaje básico, planos y encuadres regulares que llegan a ser sofocantes, aristotelismo a ultranza que han terminado por alejar al público, y terminar de decepcionar a la crítica especializada.

Pero, para no ver esta década como un periodo deprimente, hablaré de las películas que salieron del formato, tanto de producción, como de tratamiento artístico, técnico y expresivo, que sobresalieron durante esta década:

Detrás del mar” (2005) de Raúl Del Busto es de lejos la mejor película peruana de la década. Deudora de los cineastas trascendentales, Ozu, Bresson, entre otros, Del Busto nos muestra momentos inconclusos, personajes suspendidos en el tiempo, cuando el momento decisivo se fue, y los dejó varados. El mar como símbolo de lo inalcanzable; como la existencia ondulante, la presencia de lo que viene y lo que nunca no vino; lo que se espera sin la certeza de que vendrá. Se puede reflexionar tanto con esta película, pues es toda una experiencia visual, estética y espiritual.

Caso contrario es “SINMUTE” (2008) de Ana Balcázar y Javier Bellido, quienes nos muestran una pesadilla oscura y perturbadora, llena de viscerales momentos, freudianos, jungianos, lynchianos, pero no por ello desagradables, sino a través de un notable tratamiento visual en clave baja, con un cuidado estético, propio de las artes plásticas, profesión que comparten ambos directores.

Los Actores” (2006) del trujillano Omar Forero, es una atípica película realizada en provincias, pues recurre al relato sobrio, fluidas interpretaciones de “espontaneidad regulada”, con performances alejadas de burdos parlamentos memoristas o academicismos rígidos, por lo que el cáustico título de la película es por demás divertido.  Cotidianeidad, situaciones sencillas dentro de la complejidad del ser humano; la soledad, la incomprensión, la incomunicación, la iniciación, la frustración, la recompensa en un final abierto.

Más experimental, personal, autorreferencial y arriesgada, “Reminiscencias” (2010) de Juan Daniel Fernández, es un viaje por la recuperación de la memoria de su autor, usando imágenes familiares de archivo, donde el director es más un neuro-montador de su propia identidad y recuerdos.

Alienados” (2008)
de Rafael Arévalo
Las películas de Rafael Arévalo “Alienados” (2008) y “Kasa Okupada” (2010), son un desmarque a las convencionales historias tragicómicas-realistas, propias de nuestro cine. Acercándose más al trashmovie y el cine de culto, Arévalo muestra situaciones imposibles, con una irreverencia y gusto por lo estrafalario, que contagia. Con sus originales soluciones a problemas de registro visual o de audio, considero más destacada la primera que la segunda, que no llega a tener la contundencia visual o narrativa de su antecesora, pero que sin embargo, se deja ver con simpatía.

Encierro”(2009), del director Fernando Montenegro, recurre al género del suspenso, para hablarnos de los afanes artísticos por la notoriedad, donde los fantasmas son más reflejos internos, pues el peor miedo del artista es que, a pesar de sus esfuerzos, su obra nunca obtenga valoración que considera merecida.

Con tal panorama, se espera que el 2011 sea el despunte del soporte digital, ya que sus autores dependen de sus propios medios y sólo rinden cuentas a su propio instinto, teniendo a su disposición el interés que comienza a despertar este “refresco”, ante tanta aridez estética y expresiva.

* Eduardo Quispe Alarcon es cineasta peruano. Escribe en el blog Cinestesia Perú y colabora con otros blog especializados en cine como Cinencuentro, La cinefilia no es patriota y Cinemados.


(1)  Me reservo de comentar mis propias películas, “1”, “2” y “3”, pero las menciono al menos por respeto a los que colaboraron con ellas, y que lo hicieron con tanta pasión y compromiso, que me hicieron disfrutarlas haciéndolas, como viéndolas. Sin ánimo de verme el ombligo, creo que su trabajo merece ser destacado en recuentos de lo que nos dejó esta década.

CINE




“EL ARTE VA PRIMERO QUE LA INDUSTRIA”
Entrevista a Fernando Pérez
Cineasta cubano



El reconocido cineasta cubano Fernando Pérez Valdés (La Habana, 1944) estuvo el mes de agosto en el Perú presentando José Martí. El ojo del canario (2009), su último film, durante el XIV Festival de Lima. En esta competencia dicha cinta obtuvo el Segundo Premio del Público (el primero correspondió a la cinta peruana Contracorriente (2009) de Javier Fuentes-León). Asimismo, este largometraje sobre el poeta, periodista y político cubano José Martí obtuvo el premio a la Mejor Dirección Artística en el Festival de Huelva (España) y diez trofeos en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana. Además, como muestra de su gran talento cinematográfico, varias películas de Fernando Pérez han obtenido premios en Sundance, San Sebastián, Berlín, Biarritz, Friburgo, Gramado, Trieste, Cartagena, entre otros festivales. Y como reconocimiento a su magnífica trayectoria el año 2007 Pérez recibió el Premio Nacional de Cine.


-Entrevista por Julisa Espinoza Bedón-





¿Cuál es el camino que ahora sigue la película? Se ha presentado en Cuba, en Lima. ¿A dónde va a continuar?
Que yo sepa, el doce de octubre se va a hacer una proyección en Madrid, en un cine que se llama Berlanga, que allá hace programaciones especiales de películas, lo cual me llenó de alegría. Porque pensé que el estreno de la película en España iba a ser en televisión. Y no. Me gustan más las salas de cine. Entonces, que la exhiban como película me ha puesto muy contento. Eso va a ser el doce de octubre. Y después, no sé, ya eso depende del interés que provoque la película y los lugares a los que pueda llegar. De todas maneras es José María Morales, el coproductor de Wanda Visión, quien mueve la promoción de la película en el mundo.

¿Cómo un director después de haber realizado su película ve cristalizado ese trabajo? Es decir, ¿alguna ganancia económica? ¿Esa también es la preocupación del director o es simplemente artística?
En estos momentos soy sincero: tengo sesenta y cinco y digo: ¿por qué hago cine? Te digo: no hago cine para ganar dinero. Yo hago cine porque tengo la necesidad, es mi manera de expresarme, que comporta una realización espiritual y muchos problemas, también. Uno sufre, se angustia, pero ver que en cada película al menos hay un pedazo de uno, eso es para mí el aspecto más reconfortante y que le da sentido a mi trabajo como cineasta. Que se completa cuando tú discutes con el público. Tú sientes que el público, o va bien o no se incorpora a la película y discute contigo. Siento que es una manera de comunicarme con los demás. Siempre he dicho “mi don no es el de la palabra, si no el de expresarme a través de las imágenes”. Por supuesto, también me pagan por hacer cine, porque si no me muero de hambre. Ahora, en el caso del cineasta cubano, pienso, como la mayoría de los cineastas latinoamericanos que no formamos parte del mainstream o del cine industrial, (que) el aspecto económico no es el más reconfortante. No creo que la mayoría de nuestras películas sean operaciones económicas que terminen convirtiéndose en negocio.

Justamente los festivales…
Te lo digo porque también me pongo a pensar en la vida. Pero donde se mete el dinero todo se echa a perder. Las corrupciones, las ambiciones… Aunque siempre es bueno tener una ambición en la vida, pero ambiciones malsanas no. Y para mí hay aspectos de la vida donde no tendría que (inmiscuirse el dinero)… Ni en la educación ni en la cultura. Y en la medicina. Eso es un derecho que debe tener todo ser humano. Imagínate tú cuando te empiezan a cobrar cien dólares por un medicamento. O miles y miles y miles de dólares por una operación para salvarte la vida. Si no los tienes, te mueres.

Claro.
Por lo menos esto debe ser una inversión. El cine hay que hacerlo con dinero. Pero ahí tendría que haber un equilibrio para que esto pueda funcionar.

Justamente el cine es caro y necesita pagarse a muchos actores, las locaciones. ¿Cómo ha hecho usted para financiar toda la película?
En Cuba nosotros tenemos el apoyo del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. No es que te dé gratuitamente los recursos, uno los paga, pero no a las tarifas más especulativas, a las que son las predominantes en el mundo entero, generalmente. Gracias a ese… Además, tengo que decírtelo: a Danielito Romero (quien interpreta a un Martí joven en José Martí. El ojo del canario) nosotros no le pagamos porque es estudiante. En Cuba hay una ley que (dice que) a los estudiantes no se les paga…

No se les paga.
…porque están estudiando. Para que no dejen los estudios por hacer trabajos. En Cuba se cuida mucho el estudio de la gente, la formación. Pero nosotros le dimos algún dinero por debajo de la mesa. Hay padres que a sus niños los acompañaban a las filmaciones, todo, sin pedir un centavo, yendo por sus (propios) transportes. Yo te digo que cuando tú manejas los valores de distinta manera el ser humano puede convertirlos en riqueza espiritual. No siempre, hay actores allá que sí tuve que pagarles, je, je…

Necesariamente.
Pero a otros les pagué menos. Ahí hubo actores de primera que me hicieron pequeñas intervenciones…

Se nota bastante en la película.
… y solamente por una horita. Y, por otro lado, nuestros salarios tampoco son salarios. Yo leo sobre la quiebra de (Compañía) Mexicana de Aviación -perdona que te mezcle, pero estamos hablando de economía-, se declaran en quiebra porque deben no sé cuánto después que han recibido no sé cuántas ayudas esos dueños. Entonces, el problema lo tienen los pilotos y el salario de los pilotos porque son demasiado altos. Pero siempre al final se termina quebrando la soga por lo más débil. Por la gente, los trabajadores. Las crisis, ¿a quiénes más afectan? Afectan a los trabajadores, a los que están en el nivel más bajo, y eso es un mundo muy injusto (suspira con pena).

La economía cubana, todos sabemos que es bastante pobre, pero en Cuba hay mucha producción cinematográfica.
No tanta como quisiéramos, la producción también se ha deprimido. Ya te dije (que) con el Periodo Especial (época de colapso económico en Cuba tras colapsar la URSS a principios de la década de 1990) hubo un año que no se hizo ninguna película, pero no desapareció la industria.

¿Hay industria cubana?
Está la infraestructura. Pienso que, en otro sistema, con la misma situación económica del país, la industria cinematográfica hubiera desaparecido. No es rentable. Eso ocurrió en Brasil con Embrafilme me acuerdo, con (Fernando) Color de Mello, hace como quince años. Él entró y dijo: “No es rentable”. Desaparece Embrafilme. Después vinieron Lula y otros gobiernos más progresistas y reintegraron el cine brasileño.

Claro, en cantidad de películas.
Pero cuando viene una mentalidad de capitalismo duro, si tú no eres rentable… Y la cultura no tiene por qué ser rentable. Lo que verdaderamente es rentable es la riqueza espiritual que se puede transmitir. Para mí tiene mucho más valor haber compartido con ustedes aquí (en Lima) conocimiento, sensibilidades, dudas, preguntas, inquietudes, que ganar mil dólares por pasar la película. Me encantaría que la película sea proyectada cinco veces o seis, y (que sea algo) gratuito. De verdad, eso es lo que hay que hacer. Por eso yo no me molesto con la piratería.




Piratas en Cuba y el Perú


¿En Cuba hay piratería?
Claro. Y aquí me encanta la de Polvos Azules.

¿Ha ido?
Yo voy para Polvos Azules corriendo.

Ja, ja, ja…
Hace tres años me encontré Suite Habana (2003), y a la muchacha que la estaba pasando ahí le dije: “Mire esa película es mía”, y ella puso una cara... “Te voy a firmar eso para decirte gracias por divulgar mi película y que un peruano la pueda comprar por cuatro soles”.

¿Por cuatro soles?
¿Porque entonces los grandes consorcios, si la fueron a distribuir, no la distribuyen? Los que distribuyen son de las grandes cadenas que no las distribuyen, te la cobran a diecisiete, veinte dólares. No, estás loco. Cuando eso hacerlo industrialmente cuesta dos dólares. ¿Cómo va a ser eso? (Con la piratería) no puedo tener unas cintas de videotape en mi casa, pero sí las películas que yo quiero tener. En otro lugar no me las puedo comprar.

De acá se lleva para Cuba.
De verdad. Me llevé como tres de (Jean-Luc) Godard que estaba buscando, Une femme est une femme (1961). Me llevé Jules et Jim (1962) de (Francois) Truffaut que estaba buscando. Me he llevado como quince de esas.

Ja, ja, ja…
Y creo que hoy por la tarde nos vamos para allá.

Va a seguir comprando.
Para ver.



El cine cubano hoy


¿La política cultural en Cuba ayuda a los directores -o a los artistas, en general- a producir películas?
Sí. Ese es el objetivo, la intención. No quiere decir que sea el paraíso, porque también hay dificultades, hay burocracia. La perfección no existe. En la sociedad cubana hay muchos problemas, pero la base del ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos es justamente ese título “de Arte e Industria”. El arte va primero que la industria.

Qué interesante.
Hay un interés de promoción cultural, de hacer algo que no es libre de problemas, de contradicciones, de -a veces- películas que no nos gustan por lo que están diciendo. Se crean discusiones. No estoy idealizando, pero es cierto que el objetivo no es hacer dinero.

¿Y cómo va el panorama del cine cubano? ¿Cómo ve la gente del exterior el cine cubano? ¿Tiene reconocimiento?
¿En el exterior? Como el resto del cine latinoamericano. Nos cuesta mucho trabajo entrar en todo el mundo. De mil, una película podrá entrar quizás en los circuitos…

Comerciales.
…comerciales, en esto de los Planet, los Multiplex, como fue Fresa y Chocolate (1994), por ejemplo. Una película cubana que sí logró la distribución de Miramax. Pero hay otro tipo de películas. Y ocurre lo mismo con películas peruanas, bolivianas…

Sí.
Entrar en esos circuitos es muy difícil. Por eso, festivales como este son…

Son importantes.
…tan importantes. Es decir, hay circuitos alternativos en todos los lugares del mundo que buscan esa otra opción cultural.



Anécdotas de cineasta


José Martí es considerado…
Es la patria.

…como héroe nacional.
José Martí es la patria. Por eso vio (usted) una película con José Martí.

Claro. La gente lo conoce…
Yo no lo vi, pero hubo veinte (personas) en el cine (durante una proyección de José Martí. El ojo del canario), los viejitos se levantan y dicen: “Ay, no…”

Les habría chocado (una escena del film).
“…Martí, haciéndose una paja, no puede ser”.

Ja, ja, ja…
Pero serían cuatro, cinco personas. Pero la gente más joven… Me encontré con una (señora) por la calle que me reconoció y me dijo: “¿Estará mal llevar al nieto mío, que tiene ocho años?”, porque la película es para mayores de doce. “A pesar de la escenita esta, ¿verdad?”.

Ja, ja, ja… Gracias.